Vivimos en una era donde la IA (inteligencia artificial) está revolucionando nuestras experiencias sensoriales. Aplicaciones como Chat GPT, Leonardo o Midjourney son ejemplos destacados de cómo la IA puede generar textos o imágenes impresionantes, satisfaciendo nuestra vista e imaginación y, en algunos casos, evocando emociones profundas. Sin embargo, en el mundo de la perfumería, el proceso es mucho más complejo.
Aunque la IA puede ayudarnos a identificar notas olfativas y crear estructuras como pirámides aromáticas, el papel del perfumista sigue siendo irremplazable. La experiencia, la intuición y el conocimiento profundo del perfumista son esenciales para interpretar los datos generados por la IA, realizar los ajustes necesarios y llevar a cabo las pruebas pertinentes. Por más avanzada que sea la tecnología, aún no podemos replicar el sentido del olfato a través de una IA.
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